- julio 28, 2020
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Busco Empleo
Desde que inició la pandemia he querido escribir lo que hoy les planteo. Varias veces empecé a hacerlo y lo abandoné, mi esperanza…que las cosas cambiaran y no fuera necesario escribirlo. Se preguntarán de qué hablo… hablo de un tema que me eriza la piel, que me espeluzna, que en las noches de pensamientos profundos llega incluso a aterrarme; no es la muerte. Mi tema hoy es la falta de empleo; los despidos descomunales ocurridos desde el paro de octubre pasado e incrementados a raíz del COVID 19, los recortes de personal en las grandes corporaciones, la constante de los vendedores informales en las calles, los limpiadores de parabrisas en los semáforos, las decenas de personas que piden caridad.
“Busco empleo”, “necesito trabajo”, “tengo hambre” son algunos de los mensajes con los que me encuentro cada día en mis traslados en el auto. Ni qué hablar de los mensajes internos que llegan a través de mis redes sociales: “le envío mi carpeta por si tiene una vacante”, “qué tengo que hacer para obtener un puesto en su empresa”, “necesito trabajo, deme una mano”; que más daría yo por poder atender a todas sus solicitudes! Créanme que mi mayor empeño a diario, como empresario, está en ganarle la batalla al desempleo.
En cada conversación que mantengo con alguno de mis colaboradores me entero que tal persona perdió su trabajo, que a tal pariente le redujeron el salario a la mitad, que tal empresa cerró o se vendió a un extranjero. A veces recuerdo la crisis del 99, parece una pesadilla de la cual aun no logramos despertar. Recuerdo momentos muy duros; cuando las conversaciones se centraban en la gente que migraba, en aquel compatriota que tenía que ir a humillarse del otro lado del charco para enviarle dinero a su mujer, a sus hijos, a sus padres. Recuerdo cuántas familias se separaron, cuántos niños dejaron de ir a la escuela, cuántos hijos no volvieron a ver a sus padres; y cómo no, cuántos enterraron a sus seres queridos, víctimas del desespero, del hambre, de la falta de oportunidades.
Tal como ustedes, también me pregunto ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo vamos a lamentar una realidad con la que tenemos que aprender a vivir? Yo los invito a despertar de la pesadilla, a dejar los lamentos para cuando retorne la paz, los invito a competir, a no dejarse vencer. Mi invitación es a adaptarse al cambio, a volver a sentir, a aprender a sobrellevar. ¡Basta de lamentos! ¡Basta de invocar a la mala suerte! Es hora de emprender, es hora de decidir, es hora de no esperar de otros y hacerlo por nosotros mismos.
El frenazo obligado que provocó el mundo tiene que ser el pretexto para renacer. Si busca empleo, no lo busque más, dedíquese a encontrarlo. Si no tiene trabajo, cree su propia fuente de ingreso. Si necesita sustento, invente uno. Suena fácil, yo se, pero con esfuerzo, ganas y mucha dedicación las ideas fluyen, los caminos se abren y las cosas cambian.
El emprendimiento precisamente se compone de aquello, de emprender, de crear, de innovar. La nueva normalidad trae consigo un montón de nuevas oportunidades, sé que muchas veces no las vemos, pero hay que descubrirlas, hay que dedicarse a encontrarlas, hay que arriesgarse. No permita que su “pero” le gane la batalla, atrévase a hacer cosas nuevas, a destacarse de los demás por su nuevo invento, a ser su propio jefe. Todos estamos en la capacidad de hacerlo, no se desanime, no se frustre, no se preocupe, ocúpese.